martes, 7 de mayo de 2013

Y a ti madre amorosa
los tristes ojos con afán volvemos
en la airada tormenta procelosa
y en ti esperamos y en tu amor creemos
y a ti tornados a tus pies caemos.
Porque del hijo Santo
quien ha escupido en la divina cara
arrepentido al cabo ¿a quién mostrará
más que a la madre el doloroso llanto?
¡Ah!, ¿quién le comprendiera
ni quién capaz para enjugarle fuera
si no quien puede de su dulce boca,
con la dulce sonrisa
calmar la ira que el baldón provoca,
como disipa la apiñada niebla
el lento soplo de la blanda brisa?
¡Oh dulce madre celestial y bella
feliz mil veces quien a ti se acoge
y el norte sigue de tu fija estrella
y tu divina luz constante adora,
feliz mil veces, inmortal Señora!

Cantos del trovador : colección de leyendas y tradiciones históricas.                                          José Zorrilla